En el Parque Nacional del Volcán Arenal de Costa Rica, el volcán que le da nombre ahora está inactivo. Yo lo vi en erupción. Cuando nos hospedamos en su hotel, desde el balcón de nuestra habitación se podía ver en su cráter el chisporroteo continuo de las llamas. E incluso con frecuencia, se podían escuchar pequeñas explosiones. El ruido propio de su actividad.
Hace 14 años que ya no ruge. lo que no impide que sus aguas termales, sigan fluyendo a 40º en el exterior, dentro del parque, en forma de cascadas y riachuelos.
Cuando lo descubrí, pensé: «Si existe un paraíso, tiene que ser algo semejante a este lugar». Muy poco original como pensamiento, lo sé, pero es que no me podía imaginar nada más hermoso y placentero. Cascadas calientes a distintas alturas, y en diversos lugares, bajo las que me podía sentar mientras contemplaba embelesada los distintos paisajes llenos de colores, que me circundaban. Todo gracias a la espesa vegetación. A la gran variedad de árboles, arbustos, plantas y flores, a cuales más hermosas, muchas desconocidas para mí hasta ese instante.
Cuando decidí escribir mi segundo libro, tenía en mi retina y en mi corazón, las maravillosas impresiones de este viaje, y me propuse plasmar una buena parte de mis experiencias, en LA FÓRMULA MÁGICA, segunda parte de EL RÍO MÁGICO.
Estas experiencias las vivieron cuatro jovencitos. El viaje a Costa Rica fue un regalo de fin de curso, para unos niños que disfrutaban de unas características muy loables. En éstas vacaciones descubrieron dos misterios. Me divertí y disfruté mucho mezclando fantasía y realidad.